Saltar al contenido principal
  1. Inicio
  2. Columnas de opinión
  3. El anhelo del esquivo desarrollo

El anhelo del esquivo desarrollo

30 Julio 2015


Algo así como una asíntota ha sido hasta ahora el camino de Chile hacia el anhelado desarrollo. Según la RAE esta es una “línea recta que, prolongada indefinidamente, se acerca de continuo a una curva, sin llegar nunca a encontrarla”. Aunque nos hemos acercado, aún no logramos llegar a ser un país desarrollado. Este carácter asíntota es lo que debemos evitar en las próximas décadas. Debemos resolver la tensión que actualmente vivimos de ser un país en vías de desarrollo, con todos los problemas que ello implica y que espera –hace ya varios años– alcanzar el nivel de un país realmente desarrollado.

¿Llegaremos a enfrentarnos algún día a los problemas del desarrollo? Es el anhelo que tengo para Chile, aunque no se concretará mientras no tengamos crecimiento económico, y menos si no somos capaces de asentar las condiciones necesarias para que este exista de forma sostenida, y para que el país sea capaz de reaccionar a los inevitables vaivenes de la economía mundial. Para eso necesitamos reformas que lejos de paralizar al país puedan impulsar su crecimiento.

Junto con esto necesitamos otro elemento básico para alcanzar el desarrollo: un Estado de clase mundial, que sea capaz de lograr una gestión efectiva y eficiente, con un traspaso fluido del mando entre los sucesivos gobiernos. Necesitamos un Estado que tenga metas concretas y que establezca estándares para los servicios que entrega, que cuente con coordinación intersectorial y una mayor flexibilidad organizacional, y que sea un Estado profesional, para que así pueda enfrentar la creciente complejidad de los desafíos de nuestra sociedad. Un Estado que ponga a las personas como centro de sus acciones y esfuerzos, que con su trabajo incida directamente en la equidad, en la superación de la pobreza y en la protección social.

El rol de las personas no puede olvidarse ni obviarse. En un país desarrollado el bien común es impulsado por tres actores clave que se necesitan mutuamente: el Estado, el sector privado y la sociedad civil. En el caso de Chile, el desarrollo ha estado fuertemente fomentado por el sector privado; al Estado le falta avanzar en los aspectos ya mencionados y la sociedad civil es la que presenta un gran desafío.

Empoderar a los ciudadanos es un imperativo para el país, para que estos tengan una activa participación en el proceso político, en el mercado y para que se constituyan en una sociedad civil organizada, capaz de hacerse cargo de sus intereses y de responder en todos las situaciones en que el Estado y el sector privado son insuficientes. Una sociedad civil fortalecida podrá contribuir a restaurar la confianza que se ha perdido entre los ciudadanos.

Si Chile logra concretar estos cambios en los próximos años, creo que finalmente podremos dejar atrás el statu quo en el que hemos permanecido como un país “en vías de desarrollo”, un país que no logra llegar a su destino: el anhelado desarrollo que –hasta ahora– nos ha sido tan esquivo como esa curva para esa recta, con la que nunca se llega a cruzar.

Puedes leer y comentar la columna directamente en Voces de La Tercera.

Volver al principio