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El problema político de la Ficha de Protección Social

10 Septiembre 2015


Recientemente La Tercera informó sobre las novedades que tendrá el esperado nuevo mecanismo de selección de beneficiarios de programas sociales en el cual el gobierno está trabajando.Si bien algunos aspectos se habían planteado previamente, será un avance positivo contar con la mayor proporción posible de información que provenga de registros administrativos y sea verificable; también es auspicioso que se establezcan responsabilidades cruzadas entre las familias que entregan información y los servicios públicos que la administran a través de un sistema de rectificación y actualización. Sin duda estos elementos contribuirán a tener un proceso de focalización más transparente, pero hay ciertas modificaciones que parecieran no ser muy pertinentes.

No queda claro qué beneficios traerá el índice de vulnerabilidad, que utilizará tramos de puntajes en vez de puntajes continuos. En el instrumental de focalización cabe distinguir entre las fuentes de información utilizadas para focalizar (ya sea la ficha, registros administrativos y de personas) y el índice, puntaje o algoritmo que se utiliza para ordenar a la población respecto a sus necesidades socioeconómicas. El foco debiese estar en abordar la gradualidad de entrada o salida de los programas sociales, que muchas veces repercute en la generación de trampas de pobreza. Crear tramos de puntajes no elimina el problema. Así, una familia en condiciones de vulnerabilidad puede quedar fuera del tramo por un margen muy menor y no ser significativamente distinta a otra que síqueda dentro del tramo.Este no es un problema de “la ficha” o del índice, sino que de los umbrales de elegibilidad que se definen arbitrariamente –y no gradualmente– para cada uno de los programas sociales.Lo que correspondería revisar son las reglas de inclusión y exclusión de estos programas.

Otro problema complementario es la primacía que se le dará –o no– al resultado de la focalización socioeconómica versus una carencia específica. A mi modo de ver, el puntaje socioeconómico debe ser el criterio rector en la asignación de los beneficios sociales y sólo adicionalmente deben considerarse las carencias puntuales. Por ejemplo, ante dos familias con enfermos crónicos similares, el primer foco de atención debe estar en la que teniendo esa carencia, tiene a su vez mayor condición de vulnerabilidad socioeconómica.

Finalmente, es importante considerar que la implementación de la focalización de los programas sociales es un problema técnico, pero también eminentemente político. Focalizar significa intencionar los esfuerzos del Estado en algunos y postergar –o apoyar en menor medida– a otros; todo esto en un escenario de realismo en el que sencillamente no es posible cubrir todas las necesidades sociales en todo momento. Lamentablemente esto tiene un costo político respecto de llegar eventualmente a reasignar beneficios que unos ya reciben y las expectativas que otros tienen.

Ya hubo dos intentos parciales por mejorar el proceso de asignación de beneficios sociales que lamentablemente no llegaron a concluir: en 2005 existió una “Ficha Social” que contó con manuales publicados, software y sistemas de capacitación y que nunca se implementó, y el 2013 se actualizó la información de las familias con la “Ficha Social”, pero el nuevo índice no llegó a implementarse. Es de esperar que en esta oportunidad la decisión política de mejorar el instrumento se mantenga y podamos dar un salto cualitativo relevante en este instrumental que es prioritario para contribuir a la superación de la pobreza.

Puedes leer y comentar la columna directamente en Voces de La Tercera.

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