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Proyecto Mapocho Pedaleable es impulsado por el Centro de Políticas Públicas UC

13 Agosto 2012


Una de las principales misiones autoimpuestas por los arquitectos a cargo de la renovación de Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992, fue que la ciudad volviera a mirar al mar. Por eso, todas las remodelaciones paisajísticas y las nuevas construcciones se enfocaron en despejar el horizonte para los barceloneses, acostumbrados a darle la espalda al Mediterráneo. Algo parecido sucedió con el río Bésos, al norte de la ciudad, cuando los ayuntamientos de varias provincias de Cataluña decidieron recuperar el lecho y construir un ciclopaseo de nueve kilómetros. Así, en 2000 y después de 40 años mirando una cloaca, los vecinos del Bésos no sólo volvieron a enfrentar el lecho, sino que se lanzaron a ocuparlo.

Eso es lo que pretende el proyecto de dos arquitectos de la UC, Osvaldo Larraín y Tomás Echiburú, desarrollado por el Centro de Políticas Públicas de la casa de estudios: sacar al principal cauce de Santiago de la subutilización.

El Mapocho Pedaleable fue su proyecto de título y luego de que académicos de la Escuela de Arquitectura- decidieran apoyar el proyecto, los profesionales realizaron un estudio técnico que demostró que era posible convertir el lecho del río en rivera pedaleable.

En mayo de 2011, de hecho, se contactaron con varias organizaciones de ciclistas para que, después de un evento realizado en el Parque Forestal, los pedaleros bajaran al nivel del río y lo recorrieran por un largo trecho. La actividad fue un éxito. Cuatrocientos fanáticos circularon sin problemas por el margen fluvial.

“No existe en Santiago un lugar que tenga esa continuidad para que peatones, ciclistas o patinadores puedan pasear. El Mapocho Pedaleable es factible a lo largo de 6,7 kilómetros en la ribera sur, entre la rotonda Pérez Zujovic y la Estación Mapocho”, afirma Osvaldo Larraín, quien explica que en ese trayecto, a nivel de superficie, existen 20 cruces que obstaculizan un traslado continuo.

El proyecto, con un costo preliminar de $ 1.344 millones, atravesará ocho comunas: Vitacura, Las Condes, Providencia, Santiago, Recoleta, Independencia, Quinta Normal y Renca.

Este ciclopaseo tendría un ancho de 7 metros, pero la ciclovía misma sería de entre 4 y 5 metros. “Tiene que ser un paseo inclusivo, para todos”, dice Echiburú.

“Con los estudios preliminares en mano tuvimos nuestros primeros acercamientos con el Gobierno”, cuenta el coordinador del proyecto del Centro de Políticas Públicas de la UC, Cristóbal Tello. Así, luego de dos años de conversaciones, la iniciativa está hoy en el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, que analiza la manera de ejecutarlo.

“Nos pareció un proyecto interesante y ahora estamos preparando las bases de licitación para un estudio que permita analizar primero su factibilidad técnica y luego su diseño de ingeniería para su posterior construcción”, señala el encargado de la promoción del uso de la bicicleta de la cartera, Rodrigo Henríquez.

Tello agrega un dato: el estudio se licitará en los próximos meses y sólo entonces se podrán saber más detalles de su construcción. Por ejemplo, cómo serían las rampas de acceso y los posibles cambios a los metros de ancho que tendría exactamente el ciclopaseo.

Pasear y evitar tacos

En 2010, el Presidente Piñera cortó la cinta para inaugurar el Mapocho Urbano Limpio, proyecto que encauzó los desechos del río -y sus malos olores- en forma subterránea. Era el momento para que Larraín y Echiburú entraran a escena.

En 2010 lo dieron a conocer públicamente, hablaron de ejemplos extranjeros y de los beneficios que les había traído a los habitantes de otras ciudades del mundo. Entre ellos, la posibilidad de usar una vía alternativa a las principales avenidas de una capital, que a las horas peak hierve de autos.

“El Mapocho es un eje urbano clave, porque que une el poniente con el oriente. Por eso se construyó la Costanera Norte ahí. Tener una ciclovía por este cauce ayudaría a descomprimir una zona saturada”, afirma Larraín.

Si a esta propuesta se le suma otra conocida como Mapocho 42K -proyecto desarrollado por la UC que busca unir toda la ribera sur de parques a través de un ciclopaseo en superficie entre la Plaza San Enrique y Pudahuel-, un ciclista que venga de Independencia, por ejemplo, podría llegar a la zona oriente en menos tiempo si alterna la ruta 42 K con la del Mapocho Pedaleable.

La pregunta del millón es qué pasaría con este paseo si en un año lluvioso o en épocas de deshielos cordilleranos el río amenazara con salirse de su cauce normal.

Los autores aclaran: “El Mapocho ya no se desborda como en el 82. Si crece el cauce, puede inundar la vía, pero no la deterioraría. Existen medidas pluviométricas que dicen que cada dos años la ruta se podría inundar en forma importante y que duraría cinco días, pero luego el nivel vuelve a bajar. Pero cuando se terminen esos estudios decidiremos qué tipo de carpeta poner para que resista”, explica Larraín.

Los arquitectos aclaran que si eso sucediera, el sistema del Mapocho Pedaleable funcionaría similar al del río Bésos. “Allá, cada ciertos tramos existen pantallas digitales que anuncian el estado de la ruta contigua al lecho y que se cierra si existe algún peligro de crecidas”, concluye Larraín.

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