25 Abril 2024
El pasado 24 de abril se desarrolló el seminario “¿Qué podemos hacer para enfrentar la corrupción en Chile?”, evento que forma parte del Ciclo de Corrupción, ética e integridad pública, que es organizado en conjunto entre la Escuela de Gobierno, el Instituto de Éticas Aplicadas y el Centro de Políticas de la Universidad Católica.
La instancia contó con la presencia del director del Instituto de Éticas Aplicadas UC, Juan Larraín, el director del Centro de Políticas Públicas UC, Ignacio Irarrázaval y la directora de la Escuela de Gobierno UC, Andrea Repetto, quien fue la encargada de entregar las palabras de bienvenida a este segundo seminario. “La corrupción importa porque está rompiendo la confianza entre la ciudadanía y el Estado”, destacó Repetto. Además, señaló la importancia de conversar sobre los actores que están detrás de la corrupción, en qué se ha avanzado y qué falta por hacer para mejorar la capacidad del país en cuanto a la prevención de la corrupción y sus efectos en la confianza.
Valeria Lubbert, secretaria ejecutiva de la Comisión para la Integridad Pública y Transparencia de la Secretaría de la Presidencia, presentó la Estrategia Nacional de Integridad, destacando el contexto, el desarrollo de las estrategias, los ejes temáticos y medidas que se están implementando, junto con los desafíos.
Creada a través del anuncio del presidente de la República en la Cuenta Pública en 2022, la Estrategia Nacional de Integridad Pública (ENIP) es una política pública hecha de manera participativa, basada en evidencia y con un enfoque proactivo orientado a mejorar los estándares de transparencia, integridad y lucha contra la corrupción del país. La cual se basa en un diagnóstico, que considera una visión estratégica, articulando las distintas áreas de competencia.
El plan de acción considera un total de 210 medidas, que se dividen en cinco grandes ejes: (1) Función pública, donde se definieron tres objetivos estratégicos; la promoción de una cultura de integridad en todas las instituciones del estado, implementar mecanismos de incentivos y sanciones apropiados para garantizar un desempeño honesto y desarrollar un ecosistema eficaz y coordinado ante faltas de integridad y actos de corrupción. (2) Transparencia, en el que se estableció los objetivos de aumentar los estándares de transparencia para quienes desempeñan funciones públicas, fortalecer la efectividad del derecho al acceso a la información y mejorar la calidad y usabilidad de la información disponible. (3) Recursos públicos, el que plantea la finalidad de garantizar el uso adecuado de estos recursos, mediante la implementación de mecanismos efectivos de rendición de cuentas y control, el aumento de la transparencia y la comprensión del flujo de recursos y la promoción de la participación ciudadana en el ciclo presupuestaria. (4) Política, que tiene por objetivo contar con partidos políticos confiables, participativos y transparentes, y reducir los riesgos de corrupción en el contexto de campañas electorales. Y por último (5) Sector privado, que busca fortalecer el marco normativo de integridad del sector privado y promover la corresponsabilidad de este, en general, de una cultura de integridad.
Lubbert concluyó que el principal desafío es el trabajo constante y el perfeccionamiento de las herramientas que se están utilizando, donde se propone la ENIP como una línea de orientación para el trabajo, “se construyó un diagnóstico común con objetivos, y acá podríamos decir que esta es la brújula que nos dice hacia donde avanzar, y de ahí que la estrategia se plantee a largo plazo, con un horizonte de 1 años, porque los objetivos son de largo plazo, no así el plan de acción”.
El panel de conversación estuvo moderado por Juan Larraín, con la participación de Carlos Pavez, director del Instituto de la Unidad de Análisis Financiero del Gobierno, Natalia González, miembro del Consejo para la Transparencia, Cristián Pliscoff, director de Administración Pública UC y Alejandra Marinovic, académica del Instituto de Éticas Aplicadas UC, quienes discutieron acerca de los principales desafíos para enfrentar la corrupción y algunas de las soluciones concretas.
Natalia González, explicó que desde la entrada en vigencia de la Ley para la Transparencia, hace ya 15 años, desde el Consejo se han percatado de algunos hallazgos como “una deficiente cultura organizacional en torno a la importancia del principio de transparencia pública, negligencia, falta de prolijidad al dar cumplimiento a las obligaciones de la ley, falta de procedimientos, deficiente coordinación entre las unidades internas, escasa gestión documental, ineficaz control jerárquico sobre el cumplimiento de las obligaciones de la ley de Transparencia, el personal encargado de transparencia en general que no tiene un perfil adecuado para el cargo”. Concluyendo en la importancia de desarrollar una cultura de integridad, que nacen desde los liderazgos e instituciones.
Por su parte, Carlos Pávez, desde su experiencia en la Unidad de Análisis Financiero del Gobierno, destacó como uno de los elementos más efectivos para el combate de la corrupción, la gestión y la auditoria del riesgo de corrupción. “Uno se preocupa mucho en tener un sistema que en apariencia o en la formalidad cumple con todos los requisitos, pero que a la hora de hacer evaluaciones te das cuenta de que eso no es así y que muchas veces queda en las definiciones, y finalmente no tienen los recursos ni el conocimiento para implementar bien esas prácticas y eso pasa porque no hay una adecuada evaluación de los riesgos, de que se trata”, concluyó.
Marinovic, del Instituto de Éticas Aplicadas UC, explicó que la ética permite lograr aquellos objetivos que se proponen como fundamentales en la materia, desde esta línea reflexionó acerca del rol de la universidad en ayudar a las personas a tener un mejor criterio ético en el terreno del trabajo de las diferentes disciplinas, “apuntar a la formación de estudiantes, de la institución y de la sociedad, en el más amplio sentido, y en particular, acortar las distancias desde la discusión académica hasta lo que viven las personas en su escritorio, banco de clases, oficina, casa, para así ayudarlos a hacer un mejor discernimiento ético de lo que bueno y lo que es malo”.
Por último, Cristián Pliscoff, de Administración Pública UC, destacó la importancia de un enfoque integrado y de la importancia de este tipo de discusiones que levantan el tema y que el desafío es ir asumiendo un enfoque de la integridad más que del cumplimiento. “Debemos llegar a desarrollar una línea de investigación en estos ámbitos. Plantear estas discusiones va en línea de relevar la importancia de que cuando hay un caso de corrupción no es solamente una persona que esté involucrada, sino que hay muchas que dejan de recibir algo, dejan de beneficiarse, dejan de mejorar su calidad de vida y eso nunca hay que perderlo de vista”.
El próximo seminario de este ciclo se realizará el miércoles 8 de mayo bajo la pregunta ¿Qué están haciendo otros países en materia de corrupción?
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