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La academia y la realidad

1 Abril 2019


Señor Director:

La ministra de la Secretaría General de Gobierno, Cecilia Pérez, declaró en una entrevista que “muchas veces los argumentos académicos no logran ver la realidad, no logran saber lo que siente un vecino y no sintonizan con lo que sufren las familias chilenas”. La frase surgió a raíz de la controversia por el control preventivo de identidad por el que aboga el Gobierno y que muchos académicos han criticado basados en los estudios disponibles.

Esta declaración es desafortunada. Diversos organismos internacionales han destacado a Chile como uno de los países del continente con mejor calidad de las políticas públicas; uno de los elementos para esta conclusión es el uso de la evidencia en su proceso de formulación. La academia busca aportar con su investigación a entender los problemas relevantes que nuestra sociedad enfrenta. No corresponde desestimar las investigaciones que se realizan de forma rigurosa, basadas en evidencia empírica, solo porque no coinciden con antecedentes o miradas subjetivas, sobre las cuales un gobierno puede construir su postura política.

Ciertamente, la formulación de las políticas públicas tiene un importante componente político, en el sentido de conocer las sensibilidades, percepciones y la factibilidad de construir consensos, entre otros aspectos. Esto no puede ser ignorado, pero tampoco ser considerado como único elemento. Los aportes que la academia puede hacer para mejorar las políticas públicas son esenciales. Elevar las discusiones tanto a nivel del Ejecutivo como del Legislativo, nutrirlas con insumos concretos y datos confiables, es algo sumamente relevante. Los académicos están llamados a hacerse parte de la discusión pública, a estar en los medios de comunicación y en instancias de opinión, comisiones y en el Congreso, porque es mucho lo que pueden aportar.

Deslegitimar la evidencia y los esfuerzos académicos porque no coinciden con una determinada agenda política no le hace bien al país. Necesitamos más evidencia y no menos. Los académicos no son infalibles, pero su trabajo apunta a aportar al desarrollo del país, para el que se necesita una colaboración permanente entre la universidad, la sociedad y el Estado.

Ignacio Irarrázaval
Centro de Políticas Públicas UC

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