25 Julio 2012
Cuando se dieron a conocer los resultados de la última medición SIMCE, no fueron pocos quienes atribuyeron a la Subvención Escolar Preferencial (SEP) tanto el mejoramiento en los puntajes como la disminución en la brecha entre los estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos.
El Ministro Harald Beyer declaró, por ejemplo, que los avances correspondían a un “conjunto coherente y consistente de políticas educativas que hemos emprendido como Gobierno, donde hemos recogido las mejores políticas educativas de gobiernos anteriores. Por ejemplo, la subvención escolar preferencial, la mayor inversión en mejores textos escolares, los cambios en las bases curriculares y la mayor cantidad de recursos”.
¿Qué tiene de especial la Subvención Escolar Preferencial que hace que se depositen tantas esperanzas en ella?
Esta política, que comenzó a operar en el año 2008, busca mejorar la calidad de la educación que entregan los establecimientos subvencionados, especialmente a los alumnos vulnerables (prioritarios, en el lenguaje SEP) que en ellos se atienden. Para esto, entrega una subvención adicional por cada niño prioritario que atienden las escuelas, y otro de acuerdo a la “concentración” de alumnos vulnerables que éstas tengan. Los establecimientos interesados en participar, se adhieren voluntariamente a SEP. Para ello firman un convenio con MINEDUC (con una duración de cuatro años) y asumen algunas obligaciones: no seleccionar alumnos, no cobrar a los alumnos prioritarios, retener alumnos prioritarios y destinar los dineros recibidos a la elaboración y ejecución de un plan de mejoramiento educativo.
Esta política ha tenido una curiosa cualidad: ha generado adhesión bastante transversal tanto entre investigadores como en tomadores de decisión. Mientras algunos sectores la entienden como una política que viene a perfeccionar el sistema de competencias entre escuelas (pues eleva el monto de la subvención asociada a los alumnos más vulnerables y premia la atracción de alumnos prioritarios) otros destacan que por medio de incentivos las escuelas asumirían mayor responsabilidad de sus resultados.
A pesar de la valoración positiva que usualmente se tiene de esta política, pareciera existir desmedido optimismo acerca de sus efectos. Contrario a las palabras del Ministro, no existen aún estudios suficientemente rigurosos como para estimar verdaderamente los efectos de la subvención escolar sobre los resultados SIMCE. De hecho, los escasos datos disponibles no sustentan esta hipótesis: los mejoramientos en SIMCE comenzaron antes de que esta política empezara a operar masivamente y las tendencias de mejoramiento son similares entre establecimientos que participan de la política y aquellos que no lo hacen.
La alta valoración que las comunidades escolares tienen de la SEP, en cambio, está acreditada. En un reciente estudio elaborado por el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica se indagó, mediante metodologías cuantitativas y cualitativas, acerca de la percepción de sostenedores, directores, Jefes de Unidad Técnico Pedagógicas, profesores y apoderados acerca de este programa. Los resultados son positivos en casi todas las áreas. Como es presumible, las comunidades valoran enormemente los recursos recibidos, estableciendo que estos han venido a solucionar una serie de dificultades básicas de las escuelas para enfocarse en lo propiamente educativo. Pero también valoran algunas exigencias: mayor foco en la gestión curricular, la revisión de las propias prácticas pedagógicas y la definición de metas de aprendizaje.
La evaluación también establece desafíos importantes. Los entrevistados son críticos frente a los sistemas de Asistencia Técnica que incluye la política, denunciando que parte importante de estas organizaciones no logran instalar capacidades en las comunidades ni desarrollar productos de calidad. Asimismo, la revisión de los planes de mejoramiento revela aún problemas importantes en la calidad y coherencia interna.
La Subvención Escolar Preferencial, se ha convertido en un elemento central de nuestro sistema educativo. Sobre ella existen elevadas expectativas referidas tanto a equidad como a calidad de la educación. Dado que actualmente se está cumpliendo el primer ciclo de cuatro años de implementación de la política en un grupo muy considerable de establecimientos, sería conveniente comenzar evaluaciones rigurosas que permitan estimar sus verdaderos efectos, tanto en materia de segregación como en aprendizajes.
Gabriel Gutiérrez, Centro de Políticas Públicas UC.